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mucho más que una lengua

Valenciano,

El valenciano es una lengua que, por cuestiones identitarias y políticas, siempre ha estado en el punto de mira. El franquismo trató de silenciar a todo un pueblo, y pese a la caída del régimen franquista, sus herederos políticos siguen con su tarea de relegar el idioma al ámbito privado, hasta hacerlo desaparecer.

En la actualidad, el gobierno de PP y Vox han aprovechado su poder para legislar en contra de la lengua. Medidas y propuestas como dejar en manos de las famílias la elección de la lengua vehicular en los centros educativos, censurar artistas que abogan por la utilización de la lengua, o no utilizar el idioma en sus comparencencias públicas, pese a ser los representantes políticos de la ciudadanía valenciana, son algunos de los ejemplos del esfuerzo político por hacer desaparecer la lengua.

 

La Comunidad Valenciana no se entiende sin el valenciano, pues ha sido y es el caldo de cultivo de la cultura, de la idiosincrasia y, por ende, de las raíces y la historia del territorio.

Entrevistamos a Anna, una mujer de 36 años de Otos, un pequeño municipio valenciano de la provincia de Valencia de apenas 400 habitantes, y relató lo siguiente:

 

“Yo he vivido toda mi vida en valenciano, yo soy de un pueblo muy pequeño [...] hay mucha gente mayor que es la que nos ha transmitido el idioma hasta que nosotros lo hemos podido estudiar en la escuela. [...] la cultura que he consumido, música, libros,  ha sido toda en valenciano, y desde pequeña me han inculcado el amor hacia la lengua y simplemente el vivir en valenciano. [...] que un gobierno quiera quitarnos algo que nos ha costado tanto conseguir [...] no me parece de sentido común, porque una lengua no hace daño a nadie y solo te aporta más conocimiento, más cultura y más formas de entender el mundo. 

A mí me hubiese gustado que mi padre o mi abuelo hubiesen podido estudiar en valenciano en la escuela.”

Charlamos también con Gemma Lluch, catedrática de la Universitat de València. Lluch considera que: “El fin del franquismo y la llegada de la democracia parecían el fin de una época negra para las distintas lenguas que cohabitan en España. Sí que es cierto que se ha tratado de fomentar la lengua y ha habido avances significativos, pero no los suficientes como para paliar el hecho de haber estado tan perseguida. En la sociedad valenciana todavía perdura cierto sentimiento de vergüenza respecto a la lengua, y la llegada de la ultraderecha a las instituciones y particularmente a la Generalitat, no ha hecho más que acentuar esto. En estos momentos lo que el valenciano necesita son propuestas valientes y, en cambio, estamos ante propuestas que tratan de arrinconar y relegar al ámbito privado a una lengua. 

Desde la Universitat de València estamos frontalmente en contra de la proposición de ley de Libertad Educativa, por lo discriminatoria e inadecuada que resulta. 

La lengua es la memoria viva de un territorio, forma parte de su cultura, de su diversidad, sus tradiciones, del patrimonio e incluso condiciona la identidad de sus hablantes. Quizás por esta razón asusta tanto a cierta parte de la sociedad y del poder político".

Marifé Arroyo, la mestra que desafió lo establecido